lunes, 29 de noviembre de 2010

ENSAYO FINAL

REYES GARCÍA NELLY A.
SEMINARIO DE ANTROPOLOGÍA HERMENEUTICA.
GRUPO: 1702.
30 de Noviembre de 2010.


LA CON-FORMACIÓN[1] DEL SUJETO,
ARTICULACIÓN ANTROPOLÓGICA Y PSICOANALITICA


“Los cuerpos son el teatro donde efectivamente
se representa el juego de la correspondencia universal,
la relación sin cesar desecha y renaciente
entre la unidad y la pluralidad.”[2]


El lugar donde habitan, cómo se integran con su entorno, la forma en que se comunican, entre otros, son rasgos inherentes a la  constitución y estudio del hombre, ya que este, es definido, inicialmente, como ser social.       Dentro del desarrollo y formación del hombre es necesario, desde esta perspectiva, el contacto y vinculación con otras personas.       La Antropología, encargada del estudio del ser humano, lo mira como miembro de una sociedad, ya que este no puede ser explicado de manera aislada o alejado de sus semejantes; por lo que se vuelve un estudio no unilateral, sino con la implicación, siempre, de la mirada del Otro, de aquel que nos corresponde como igual y como reflejo.

Desde su concepción, el hombre se vuelve sujeto de su propia constitución, a partir de la necesidad del cuidado de los otros para su supervivencia, por que, en un inicio, se encuentra vulnerable ante cualquier circunstancia por lo cual comienza a establecerse una relación dialógica entre el lugar donde habita, con quién se relaciona y la necesidad de éstos para ser él mismo, ante esto, “(…) lo que el hombre es puede estar entretejido con el lugar de donde es y con lo que él cree que es de una manera inseparable.”[3]

Para comprender esta naturaleza social del hombre, en la historia, se han establecido diversas maneras de explicarlo.       Los griegos, específicamente Platón, en discurso del Banquete, establece el tema de la naturaleza del hombre explicado mediante el amor y las relaciones que se entablan en su nombre; menciona que en un inicio, el hombre era un ser completo y poderoso que es cortado por la mitad y destinado a buscar su complemento: “Eros expresa justamente esta condición «cortada» (…) de la naturaleza del hombre; éste es un ser menguado, carente de su ser mismo, poseedor de un vacio ontológico; pero de un vacio que es vacio del «otro» con el cual recompondría una «unidad» primitiva.”[4].       El ser humano, es visto como un ser simbólico, sujeto del otro que lo ampara, lo complementa y lo justifica como hombre; expresa esa necesidad de re-unión y conjunción que es vital para el desarrollo, para su plenitud.     

Se vislumbra, entonces, desde el inicio de la historia clásica, no solo la explicación de las relaciones antropológicas (humanas), sino el sustento de nombrar “sujeto” al hombre mismo, a partir de estas relaciones, dejando de lado el sentido objetivo de vivirse, realizarse, que recae en un encontrarse y con-formarse a partir de la búsqueda del otro, nuestro complemento. 

Lo real, partiendo de este entendido, se relaciona entonces con la visión de sujeto-objeto, que establece el hombre con sus semejantes y ya Hegel lo mencionaba al considerar la conciencia como un saber del otro[5], nombrando al ser en si (hombre de la vida) que no esta separado del ser para si (conciencia, conformada a partir de saber del otro o en relación al otro).

Estas dos entidades, para establecer una relación, tienen que fundirse en un común acuerdo para lograr “una naturaleza humanizada”, impidiendo la separación o aislamiento de alguno de estos elementos, ya que sin esta conjunción es imposible el reconocimiento del hombre.       Ante esta tesis, el hombre no es el mismo, sino el reflejo que tiene de si a través del objeto que es el otro, es un yo, conformado del tú.

Para el entendimiento de esta con-formación humana, también, el psicoanálisis encuentra aristas de intervención y por medio de la teoría del Estadio del Espejo de Lacan “(…) en ese estadio (se manifiesta) la matriz simbólica en la que el yo [je] se precipita en una forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro (…)”[6], designa una fase del desarrollo psicológico del niño comprendida aproximadamente entre los seis y los dieciocho meses de edad,  etapa en la cual el niño se encuentra por vez primera capacitado para percibirse y, encuentra y disfruta mirar su reflejo.

Esta forma de maduración, lejos de liberarlo o mostrarlo como ser independiente, lo encadena a una serie de identificaciones secundarias que tienen que ver con la determinación social a partir de una exterioridad que tomara el papel constitutivo del sujeto.       De este modo, el semejante que fungirá (en un principio) como estimulo y finalmente será el modelo a seguir o la entidad constitutiva de este sujeto.       Lacan designa a esta relación como “(…) una verdadera prematuración especifica del nacimiento del hombre.”[7], ya que será, a través de esta relación que el sujeto se muestre ante los demás.

El Otro, a partir de esta argumentación, tiene como objetivo completar esa falta del sujeto que menciona en un inicio Platón, es la parte de la conciencia que menciona Hegel y es la constitución del sujeto en sociedad, por parte de la antropología; este Otro, para cada sujeto es el lugar donde reside el sentido de si mismo, ya que por medio de este puede acceder a la imagen que los demás tienen de él.      

Ahora bien, el medio por le cual el reconocimiento del Otro se hace valido, es mediante la expresión lingüística, a partir de la dialéctica social que establece por medio de la ilusión que este sujeto conforma.       El discurso será el término significativo que represente el imaginario social y el reflejo de este sujeto ante lo social; representa la normalización misma de esa maduración y depende, desde ese momento, como un expediente cultural.

Es en esta parte,  donde se tiende el puente entre las perspectivas de con-formación del hombre descritas y el argumento antropológico, ya que a través de los discursos expuestos, se observa como el hombre (sujeto  social, desde la perspectiva de sujeción, pertenencia y designación de las instituciones) se permea y construye a partir del otro, de lo que rodea, de su cultura.      Se deja ver, la construcción de una dinámica social que, bien,  la antropología puede establecr como objeto de estudio.

Ya lo menciona Castoriadis, al hablar de Prometeo y hacer alusión de estos hombres-zombies exentos por la preocupación de la verosimilitud: “(…) la descripción de Esquilo nos permite entrever algo más importante que la realidad: la condición del hombre antes o fuera de la institución de la vida social.”[8]       Esta sociedad, la del conocimiento, va a ser la que moldee al hombre nuevo, hombre que se situara más haya de lo psíquico, se establecerá en la verdad de la construcción social del otro.

También, es posible articularlo desde el marco de la estructuración de la familia como núcleo primario social y de con-formación del sujeto partiendo de que en el Estadio del Espejo, es la madre la que establece el vínculo social de reconocimiento; son sus caricias y  su mirada (principalmente) las que lograran establecer al niño como sujeto, como ser social.

Antropológicamente, la familia es el órgano primordial de orden social y a  través de esta se encuentra el contacto primero, por medio del cual, se interiorizara la cultura (costumbres, tradiciones, lenguaje, conductas, etc.); por este conducto el hombre aprende a vivir y convivir: “La socialización se constituye sobre la necesidad biológica (hambre) pero, además y de manera mucho más fuerte, sobre la necesidad psíquica del sentido (…) La realidad es, evidentemente, una significación imaginaria, y su contenido particular esta fuertemente coderterminado, por cada sociedad, por la institución imaginaria de la sociedad.”[9]


Finalmente, se habla de una gran articulación entre Antropología y Psicoanálisis desde las perspectivas de Lévi-Satrauss y Lacan (en un inicio, con Freud), haciendo énfasis en puntos, ya mencionados, como la familia y la cultura pero principalmente el uso del lenguaje.

Esta conjunción puede realizarse a partir de la corriente estructuralista, la cual afirma que todo funciona como un sistema, donde los elementos se relacionan entre si y que a partir del cual, cualquier modificación implica cambiar el orden de todo el organismo.       De este modo, el lenguaje forma este conjunto de relaciones que permite la articulación social y la inclusión de los individuos dentro del mismo orden, estableciendo una serie de signos como forma de comunicación y regulación del mismo organismo.

Así, Lévi-Strauss piensa que los fenómenos sociales ofrecen el carácter de signos y que cualquier sociedad puede ser estudiada como un sistema, es decir, puede ser considerada como un juego de signos, de lenguaje o de comunicación.       La comunicación, entonces, funge como el medio de reconocimiento y condicionamiento del Otro, como el plano simbólico que permite la con-formación del sujeto y el desarrollo del mismo a través de la adhesión del orden establecido.

Esta construcción antropológica-psiocoanalitica, me permite terminar, no en una conclusión, sino en la reflexión y construcción de otras interrogantes que dejan abierto el espacio, como la articulación de la función institucional de la educación (función antropológica) y su intervención en la con-formación del sujeto como ser reconocido por ese Gran Otro institucional, la participación del docente como con-formador del alumno a partir de su papel social (transmisor de cultura, a partir de la perspectiva de Durkheim) y el efecto Pigmalión, como consecuencia de de esta con-formación y reconocimiento.


BIBLIOGRAFÍA.


v  AGUILAR, Mariflor, et al. Crítica del sujeto. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México. México. 1990.

v  CASTORADIS, Cornelius. Figuras de lo pensable. Ed. Fondo de Cultura Económica. Argentina. 2006.

v  GEERTZ, Clifford. La interpretación de las culturas. Ed. Gedisa. México. 2000.

v  LACAN, Jacques. Escritos 1. Siglo XXI Editores. México. 1995.

v  PAZ, Octavio. Las palabras y los días. Coedición Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Fondo de Cultura Económica. México. 2008.








[1] Lo escribo con guión, para hacer notar el “con” de acompañamiento del ser humano en este proceso de formarse a partir del Otro y con el Otro.

[2] PAZ, Octavio. Las palabras y los días. Coedición Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Fondo de Cultura Económica. México. 2008. p. 73.
[3] GEERTZ, Clifford. La interpretación de las culturas. Ed. Gedisa. México. 2000. p. 44.
[4] AGUILAR, Mariflor, et al. Crítica del sujeto. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México. México. 1990. p. 25.
[5] “(…) la vida es movimiento que reduce lo otro a sí mismo y vuelve encontrarse en el otro; es independiente en la medida en que se identifica con lo otro y lo reduce a sí mismo, disolviendo las diferencias.”  Op. Cit. Crítica del sujeto, p. 56.
[6] LACAN, Jacques. Escritos 1. Siglo XXI Editores. México. 1995. p. 87.
[7] Ibidem. p. 87.
[8] CASTORADIS, Cornelius. Figuras de lo pensable. Ed. Fondo de Cultura Económica. Argentina. 2006. p.18.
[9] Ibídem. p. 187.

lunes, 15 de noviembre de 2010

reseña de esayo final

REYES GARCÍA NELLY A.
SEMINARIO DE ANTROPOLOGÍA HERMENEUTICA.
GRUPO: 1702.
19 de octubre de 2010.


LA CON-FORMACIÓN[1] DEL SUJETO,
ARTICULACIÓN ANTROPOLÓGICA Y PSICOANALITICA

Dentro del desarrollo y formación de los sujetos es necesario el contacto y vinculación con otras personas, además de tomar en cuenta el lugar donde habitan, cómo se integran con su entorno, la forma en que se comunican, entre otros; es por esto que desde el punto de vista de la Antropología, el estudio del ser humano debe hacerse tomando en cuenta todos estos aspectos (de manera integral),  pero siempre viéndolo como miembro de una sociedad, ya que el ser humano no puede ser explicado de manera aislada, alejado de sus semejantes.
De esta manera, el estudio del hombre y de la sociedad en sí, se vuelve un estudio no unilateral, sino con la implicación, siempre, de la mirada del Otro, de aquel que nos corresponde como igual y como reflejo.
Lacan, en su teoría del Estadio del Espejo, designa una fase del desarrollo psicológico del niño comprendida aproximadamente entre los seis y los dieciocho meses de edad; se trata de aquella etapa en la cual el niño se encuentra por vez primera capacitado para percibirse y, encuentra y disfruta mirar su reflejo, se mira por primera ves como un todo.                   Sin embargo, este proceso no se lleva a cabo de manera independiente, menciona este psicoanalista,  que deben existir dos factores primordiales para que esta etapa de maduración se complete:
  • la suficiente maduración de las áreas del cerebro especializadas en la percepción y procesamiento de la información visual y
  • que exista un semejante que le sirva de estímulo.
Es así, que desde la conformación psicológica del ser humano es necesaria la compañía y reconocimiento del Otro, ya que en esta maduración (la del niño) la madre funge como imagen a seguir pero, también, como conformadora del niño por medio de su reconocimiento y caricias; por lo que Lacan deduce de allí que, en principio, todo yo es un Otro.
Entonces, mediante este breve esbozo, pretendo establecer las bases para el desarrollo del ensayo final; como se percibe, mediante marco amplio de la Antropología y la Teoría de Estadio del Espejo de Lacan intento conformar perspectiva de la con-formación del hombre en un proceso social, ya que como decía Corné-lius Castoriadis (1922-1997), filósofo francés, “no existe ser humano extra social”[2].




[1] Lo escribo con guión, para hacer notar el “con” de acompañamiento del ser humano en este proceso de formarse a partir del Otro y con el Otro.

[2] http://www.alipso.com/monografias2/El_hombre_y_su_naturaleza_social/index.php